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  • Adrian Lucas

¿Qué es y por qué está mal la "apropiación cultural"?


Los caracolillos de Rosalía; Los turbantes de Gucci; el twerk; las trenzas de boxeadora o la colección masculina de Comme des Garçons Primavera 2020 guardan en común una cosa. Se trata de un problema social y cultural que arrastra años de sufrimiento y controversia: apropiación cultural.


Algunos ejemplos de apropiación cultural


La globalización plantea severos problemas para la naturaleza y la supervivencia de determinadas formas tradicionales de artesanía, especialmente la indumentaria. Movidas por el beneficio económico, las multinacionales dedicadas al sector de la moda deciden traer de nuevo a las pasarelas y volver “cool” tradiciones y símbolos ancestrales que para muchos significan algo más que un estampado o una prenda. Para numerosa gente son símbolos de dolor y sufrimiento; de alegría y orgullo; de generaciones de persona como ellos… Mientras que para las empresas todos esos elementos se reducen a dinero.

¿Pero en qué consiste la apropiación cultural? Pese a que no hay una definición clara y universal sobre este concepto, consistiría en que una cultura mayoritaria y dominante se apropia de códigos estéticos propios de una cultura dominada, generalmente siempre vinculada a culturas colonizadas y minorías oprimidas.

En otras palabras, consiste en “coger” una rasgo propio de una minoría, modificarlo al gusto hasta dejarlo carente de su significado original y finalmente venderlo al público mayoritario, ya convertido en todo un “trendy”. El escritor afroamericano Greg Tate aludió a este fenómeno como “everything but the burden”, o lo que es lo mismo, apropiarse de códigos de ciertos pueblos sin vivir su sufrimiento, pero conservando los privilegios.

Es necesario recordar que la ropa no solo presenta la función ornamental o funcional, sino que también tiene una dimensión significativa e identitaria. La apropiación cultural implica incentivar los estereotipos, perpetuar los patrones de colonizador y colonizado (generalmente se apropian de elementos culturales colonizados como mexicanos o afrodescendientes) y robar la identidad con fines lucrativos.

Algunos ejemplos de “apropiación cultural” son:

  • “Baby Hair”: Esta tendencia de engominarse los primeros mechones de pelo de la frente ha sido utilizada por grandes estrellas (blancas) internacionales como Kendall Jenner para la revista Love o Rosalía para su videoclip “De aquí no sales”. El origen de estos rizos engominados se remonta a los inicios de la década de los setenta como seña de identidad de la población mexicana que vive desde hace siglo y medio en Estados Unidos y que usan estos “baby hairs” como una forma de defenderse frente a la cultura anglosajona, que trata de implantar rasgos racistas contra la población latina.



  • “Penachos”: Multitud de asistentes de Coachella o la misma Karlie Kloss en uno de los desfiles para Victoria’s Secret han portado este complemento de las tribus nativas americanas. Para estos recibir una pluma de ave suponía un preciado regalo que les honraba por su confianza, fuerza o sabiduría. La única forma de conseguir una era a través de grandes hazañas, como podría ser matar a un oso o traer comida para toda la tribu. Así pues, coger ese símbolo de sacrificio, sacarlo de su contexto y llevarlo como “adorno” para un festival, puede resultar ofensivo para muchos.


Ilustración de los pueblos indígenas de América, siglo XIX


  • “Cornrows”/Trenzas cosidas: Este estilo de peinado, muy utilizado especialmente por la población africana, comenzó a utilizarse en tiempos de colonialismo y esclavitud. Estas trenzas propias de Guinea fueron utilizadas por muchas mujeres para recogerse el cabello en las largas jornadas de; para marcar caminos de escape de los campos en los que trabajaban esclavizadas o incluso para poder esconder comida.


A colación de todo esto, podrían surgir las dudas de ¿se puede acabar con la apropiación cultural? O ¿cómo podría hacerse?. Y la respuesta es con la Apreciación Cultural.

Todas las comunidades minoritarias que se ven simplificadas y reducidas a estereotipos solamente pretenden que las firmas de moda, incluidas las de Alta Costura, acaben con este problema. Para ello manifiestan que en lugar de aprovecharse económicamente de estas costumbres, se interesen un poco más y conecten intelectualmente con ellas. Demandan un intercambio justo para ambas partes ya que generalmente los focos de los medios recaen sobre las grandes empresas pero a la minoría de las que se han plagiado nunca suele recibir nada de reconocimiento, y menos aún un beneficio económico.

Si se hace bien, no hay ningún problema en apreciar un rasgo cultural y en aplicarlo a tu estilo. Eso es exactamente lo que pretenden, que su cultura que está destinada a desaparecer con el tiempo pueda ser valorada y apreciada por la gente en todo el mundo, pero sin caer en los típicos usos despectivos o estereotipados.

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