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  • Adrian Lucas

El “despertar de los monstruos” de Gucci

En estos tiempos que corren “renovarse o morir” es el leitmotiv que preside las vidas de algunos empresarios, entre ellos los del mundo de la moda. Muchas marcas se han visto obligadas a remodelar su sistema de presentación para poder seguir brillando y manteniendo el renombre que sostienen.


La firma italiana Gucci ha despertado de esta horrorosa pesadilla, valiéndose de la metáfora de la “fiesta de luciérnagas” de Pasolini con la que grosso modo Alessandro Michele explica que “en estos tiempos de lágrimas” no podemos dejar que la oscuridad nuble el talento de los más jóvenes. Fruto de esta reflexión, nace el festival GucciFest en el que se estrenó la última colección “Ouverture of something that never ended” de la firma y una serie de lookbooks de jóvenes diseñadores de todo el mundo.


Este conglomerado de capítulos, más que unos simples lookbooks, se convierten en una lucha encarnizada por querer mostrar al mundo y desestigmatizar la realidad de muchas personas a través de la moda. Una historia de vida aquí representada por Sylvia, pero que no deja de ser la de muchos otros individuos. Gus Van Sant ha puesto la perspectiva cinematográfica y Michele, la ropa y juntos han dado una obra audiovisual cargada de reivindicaciones que es digna de mención de honor, o de comentario en DEAR ANGEL.


EPISODIO 1: EN CASA


Ensimismada y envuelta entre mantas, como si de una crisálida a punto de estirar las alas se tratara, se encuentra Sylvia (Silvia Calderoni), quien será el eje vertebral de esta “apertura de algo que nunca terminó”. Tras levantarse de la cama y alimentar a sus cuatro peces, Sylvia nos hace partícipes de su vida guiándonos por la casa que parece compartir con otras personas.


De fondo, mientras realiza una serie de estiramientos matinales, la protagonista escucha en televisión las siguientes palabras: “La diferencia sexual fue inventada casi como ficción anatómica a partir del siglo XVI y XVII y estabilizada en los siglos XVIII y XIX, de tal manera que aquellos cuerpos que no se correspondían con ese binarismo fueran calificados como `hermafroditas´ primero, `intersex´ después”. Disparo seco y certero. La voz de la televisión ahora se dirige directamente a Sylvia: “¿Pero tú sabes de qué estamos hablando, Sylvia? Esta revolución va a ser cuestión de amor y de cambiar el deseo. Y lo sabes Silvia” Una manzana reventada a balazos.


La voz de la televisión se corresponde con la de Paul B. Preciado, un hombre trans reconocido por su labor como activista y sus aportes a la filosofía, particularmente sobre la teoría queer y sus estudios sobre el género. Ahora es cuando el espectador comienza a entender que quizá la realidad de Sylvia pudiera ser más compleja de lo que aparenta, que quizá su “ser” va más allá de ese binarismo mencionado; que en definitiva el “despertar de los monstruos” (metáfora empleada por el presentador para aludir a la toma de la palabra de los “construidos como mujeres, hombres, histéricas, homosexuales, transexuales, discapacitados, enfermos mentales”) sea una revolución de aceptación y amor propio, en la que Sylvia se pudiera encontrar batallando.


Paul B. Preciado, filósofo y profesor en teoría del género


A pleno pulmón y sin temor a que las palabras se las lleve el viento, Gus Van Sant y Alessandro Michele lanzan al mundo un evidente mensaje de apoyo a la interseccionalidad, al no binarismo, a la disidenciancia sexo-género y a libertad sexual. “No se trata simplemente de un cambio personal, se trata de una enorme revolución política”. Con esta frase de Preciado, Sylvia se dirige directa a su ventana para comenzar su revolución política al despojarse de un vestido al ritmo de “Therefore I am” de Billie Eilish. Su primer cañonazo en aras de su libertad. Esta apertura de serie que sí acaba, lo hace con la sonrisa de una persona que ya ha comenzado su insurrección personal a través de la moda, pues al final, como dijo la voz que le abrió los ojos, “vestimos como vamos a relacionarnos con nosotros mismos”.


EPISODIO 2: EN LA CAFETERÍA


Siguiendo el repiqueteo de unos zapatos de tacón encontramos a Sylvia rumbo a una cafetería local con cierto toque ochentero y en el que una barahunda de personalidades conversan y bailan al ritmo de “Smalltown Boy” de Bronski Beat, considerado popularmente como un himno entre el colectivo LGTBIQ+ por reflejar el rechazo, la soledad y el acoso de su protagonista, un chico homosexual.


En este capítulo, repleto de conversaciones ajenas, cada cual más aleatoria que la anterior (sueños, dimensiones físicas, respeto al medio ambiente…), volvemos a encontrarnos con un tema que suele concernir a las personas no binarias: los baños. En este caso, Sylvia entra con total normalidad a un baño que a simple vista parece un unisex, o lo que es lo mismo, un baño en el que no se excluye a nadie ni por su sexo biológico ni por su identidad de género.


Y de repente sin nadie esperarlo, Sylvia abre la puerta y aparece en un teatro. Nada queda de aquella cafetería.


EPISODIO 3: EN LA OFICINA DE CORREOS


El leve trinar de un pájaro encarcelado retumba sobre las anaranjadas paredes de una oficina de correos. Sylvia sujeta un bolígrafo mientras escribe el siguiente fragmento de amor: Though we breath the same air, love is a wonderful thing. Ordinary oxygen doing an extraordinary thing. Your energy looks stunning. A glowing magnetic field. Worth every color of the rainbow my love for you is sealed. I love you.”. De nuevo, como ocurrió en la cafetería, su escucha atenta se infiltra en nuevas conversaciones: la primera, la de dos personas hablando sobre ese pájaro anteriormente mencionado que no puede volar por estar encarcelado en su jaula (lo que interpreto como una metáfora de la situación de Sylvia) y la segunda es entre un señor y otro personaje, que son ni más ni menos que interpretados por Achille Bonito Oliva (crítico de arte) y Harry Styles (cantante).


Harry Styles en "Ouverture of something that never ended”


Aclimatados a que entre línea y línea de guión se dejen ver ciertos guiños a temas de importante calado social, en la conversación con Harry Styles se apuntan varios: la violencia, la radicalización social y, como no podía ser de otra forma viniendo de dos artistas, apoyo a la cultura como forma de ahogar cualquier diferencia. El colofón final de este episodio lo pone la siguiente frase: “La moda viste a la humanidad. El arte la desnuda. Y la música es un masaje a los músculos atrofiados de la conciencia colectiva”.


EPISODIO 4: EL TEATRO


De 0 a 100 en un segundo. Velocidad de infarto. Sylvia no puede más con la ansiedad que le genera la espera para entrar a su primera audición de teatro. Su corazón tampoco. Por suerte, cuenta con la ayuda de un amigo (interpretado por el actor Jeremy O. Harris) que guiará sus estiramientos hasta calmar ese nerviosismo. De 100 a 0 en un segundo. Punto muerto.


Silvia Calderni y Jeremy O. Harris con el director Gus Van Sant (Fashion Network)


Mientras los bailarines calientan entre bambalinas, Sylvia y la coreógrafa (interpretada por la directora artística alemana Sasha Waltz) comienzan a bailar juntes el Bolero de Ravel. Poco a poco, la intensidad del baile y la música irán in crescendo hasta acabar estallando en una catarsis de roces, expresión corporal y fluidez de cuerpos y almas.


EPISODIO 5: LOS VECINOS


Como quien toma un respiro de aire fresco para curar sus problemas, Sylvia aprovecha las vistas que les brindan sus pintorescos vecinos para escapar de la vida hogareña y de sí misme: una pareja de ancianos que disfruta de los rayos del sol mientras una joven empleada del hogar trata que esos mismos rayos no reflejen el polvo de los cristales; un joven de melena larga mientras se afeita; Ariana Papademetropoulos interpreta a una vecina artista que pone a remojar sus pestañas; un grupo de rock y una chica bañándose en el patio al son de “Therefore I am” de la ya mencionada Billie Eilish… Un vecindario cuanto menos peculiar.


Y finalmente, tras haber robado un poco de las intimidades de sus colindantes, como quien ha curado todo lo que tenía ensangrentado, ahora Sylvia regresa de nuevo al interior de su vida y de sí misme.


EPISODIO 6: EN LA TIENDA VINTAGE


Un cartel neón de considerables dimensiones avisa a Sylvia de la presencia de una tienda vintage de Gucci. Su primera reacción al verla son lágrimas, pudieran ser fruto de muchas cosas: falta de recursos económicos para conseguir alguna de estas prendas, viejos sentimientos encontrados o la que considero que cobra mayor peso, la traba que supone entrar en tiendas en las que la ropa está categorizada y diferenciada por géneros en “ropa masculina” y “femenina”. Sea cual fuese la razón, no puede frenar su impulso meteórico y se adentra en ese comercio rojo de Gucci.


Sin lágrimas que encharcaran sus ojos y con una presencia etérea, se adentra también en este mismo local una misteriosa mujer, interpretada por la cantante Florence Welch. Esta, sin razón aparente, irá depositando pequeños fragmentos de poemas en diversas prendas del local, ofreciendo generosidad y humanidad no solo en los bolsillos de aquellas piezas vintages, sino en los corazones de todes.

Florence Welch y Alessandro Michele durante el rodaje (Twitter @flomachinenews)

EPISODIO 7: UN PASEO NOCTURNO


El último episodio, la traca final. Esta vez encontramos a una Sylvia completamente diferente a la que se levantó aquella mañana en el episodio 1, pues ahora viste con traje de chaqueta sin miedo a nada, deambula con actitud segura por las espectrales calles romanas y parece estar segure de quién es y siempre fue. Puede que impulsade por esa valentía que irradiaba, Sylvia acaba declarando su amor en forma de poema a un tal “Archie” (interpretado por el cantante LuHan) a través de un portero automático. Una escena tan peculiar como baladí, teniendo en cuenta que jamás se intuye nada sobre la relación de Sylvia con este nuevo personaje, lo que acaba haciendo de esta escena algo completamente anecdótico y volátil.

LuHan en “Ouverture of something that never ended” (Twitter: @ChinaTeam_)


Llega el final de la guerra de Sylvia. Un final que más que un cierre resulta todo lo contrario, una apertura de algo que nunca acabó. In a manner of speaking, I just want to say that I could never forget the way you told me everything by saying nothing” ha sido un lema que ha aparecido bastante a lo largo de todos los episodios en forma de carta, sello postal, póster… Y en este último, lo vuelve a hacer en forma de papel arrugado. Sylvia siempre dejó pasar por alto este mensaje hasta ahora, cuando se arrodilla a recogerlo del suelo y mira directamente a la cámara “diciendo nada” y esta le responde con un plano que revela que Sylvia no es nada más que un personaje de una obra de teatro. Todo acaba donde empezó, en el teatro al que intuyo que entró en aquel baño.


Una ficción, dentro de una ficción. Un juego de Gus Van Sant y Alessandro Michele que acaba por poner punto y final a una historia repleta de realidades para las personas no binarias. Más que un lookbook (porque recordemos que siempre fue eso), el Directivo Creativo de Gucci ha convertido este conjunto de capítulos en un altavoz con el que hacer estallar por los aires la normatividad y convertir a aquelles disidentes de sexo-género en los únicos protagonistas de esta historia, que es la suya misma.


Gucci Spring 2021 Ready to Wear (Vogue)



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